Atrás, el recuerdo.
El turno mañana da la espalda
a la semana impar y genuflexa.
Los días
sucesivos,
estériles,
pares,
irreproducibles
presentan su faz más longeva;
se resuelven interminables.
Acumulo cansancios jalonados de ojeras
—blasón indiscutible de la masa—.
Antes de caer,
definitiva,
el hálito impregna mi nostalgia
Entonces
aparto todo pensamiento
y pertrecho uno a uno los latidos.
Sobre mi espalda caerán,
bien lo sé,
la noche,
los recuerdos
y la ausencia.
Poema: Verónica Boletta ( La Plata) Atrás, el recuerdo.
https://veronicaboletta.wordpress.com/
Espalda Blanca
Nunca fuimos suficiente para el mundo.
Siempre buscamos en otros todo aquello que no había en nosotros. Sin saber, sin mirar alrededor, éramos los tuertos entre los ciegos. Pabellón de flores silvestres y arboles bufones me diste aquella tarde que quisiste ser mía. Sellaste aquel paisaje con el recuerdo de tus besos, condenando para siempre a mis ojos. Esos mismos ojos que hoy al ver a la mujer de espalda blanca, buscan desesperados desviar las miradas, inhabilitar los recuerdos, estrangular a las lagrimas. Yo, sin embargo tengo mas huevos que ojos. Los obligo a sostener la mirada, los ahogo en recuerdos, dejo sueltas las lagrimas. No soy su amigo, ni siquiera siento que sean parte de mi cuerpo. Aquí junto a esta estatua, te vieron marcharte, quisieron cerrarse, no los deje. En este mismo punto decidiste manchar este lugar para siempre con la pesadilla de tu partida.
Para que siempre me atormente y me cuestione los días, al verla sentada, con las rodillas dobladas y el sol sobre su espalda blanca.
Nunca fuimos suficientes para el otro, el mundo no basto para olvidar todas esas cosas que enganchamos al otro. Viviré este paisaje manchado. Feliz sabiendo que pronto arderá.
Poema:Freddy Trejo, (Merida, Yucatan) Espalda Blanca
https://freddytrejoxkid.wordpress.com
LAPIS QUI VOLVITUR
Petrificada,
“me hago la estatua”,
te dije sobriamente
en un alarde inútil
de compleja perversión.
Han pasado los años.
Uno, dos… diez
ciento setenta y cuatro ya.
Cuento cada día
las palomas
que en mi se posan.
Alguna permanece
entre vuelos sin rumbo,
y ese instante me sirve
para contarle al oído mi pena.
Luego hace lo de siempre,
que su intelecto
no sublima otro acto,
diferente, sin atrevimiento.
Y él aparece,
cada mes,
temprano, quizá demasiado,
que ni el sol me deja aún
disfrutar del contraste de su silueta
a través del tacto de sus ásperos dedos.
Me cincela,
me moja,
me recorre sin prisa,
me hace sentir
todo aquello
que tú me robaste
en una fría tarde de espera.
Y sigo esperando,
inerte y desnuda;
y vi pasar tu entierro,
y no me importa,
¿qué es la muerte
comparada con mi quietud,
tan eternamente oxidada?
Poema: Jose Yebra (Oviedo) , LAPIS QUI VOLVITUR
https://josinynuri.wordpress.com/
Imagen: Marcos Ferreiro (A Coruña)
http://entrebn.wordpress.com http://sietesombras.es
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