El sol se asoma al barro, las charcas
adormecidas de noche aún
y se maquilla de mañana, espejismo
de la esperanza. No han llegado
las banda(da)s de animalillos
aún plus todavía, y la espera
se eterniza como niños
al acecho de Navidades
embadurnadas de regalos. Quiera
Dios abandonar resacas, lazarillo
de la vida y sus pocas bondades
dando vida a la ceguera.
¿De qué sirve soñar contigo
si no puedo alcanzarte?
¿De qué sirve tocar el atardecer
de una tarde como esta, si no estás
a mi lado?
Perdida en tu belleza,
embriagada en los reflejos, vivo
en la silueta del horizonte que me cobija.
Y me habla de ti,
de mañana,
de que volverás a salir tímidamente,
aunque estés asustada cuando
el sol se despide y bañas
de plata el cielo de la noche.
¿De qué sirve, Luna, soñar contigo
si no puedo alcanzarte tras cada atardecer?
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