Naciste siendo nada,
abandonada en el bosque a tu suerte.
Te encontré y te traje mi casa,
te acogí como a mi propia hija.
La pequeña…
Eras una demasiado pequeña,
apenas crecías,
te faltaba amor, cariño y alegría.
Te traté como a mis propios hijos,
aunque me decían que me abandonarías.
Aun así, seguí a lo mío,
haciendo lo que mejor sabía.
Te amamante y abracé,
te mecí y te acuné,
te cuidé y te protegí,
te enseñé…
Y de la nada, creciste,
Convirtiéndote en una bella dama.
Ahora, con la belleza de la adolescencia,
todos te cortejan.
Ahora, que brillas como una princesa a la luz del día,
todos se te acercan, te halagan, te adulan, te …
Ahora, no sé si te avergüenzas.
Si no recuerdas, o no quieres saber nada…
Solo recuerda, que soy tu verdadera madre,
la que de pequeña te amamantaba,
que te seguiré cuidando… de lejos,
para no avergonzarte,
aunque hayas renegado de mí,
y vuelto a la naturaleza.
Te observo de lejos,
te has convertido en las más bella.
Rezaré por ti, para que Dios te proteja.
La naturaleza es cruel, y los pirómanos acechan.
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