Harto caprichoso urde el sino;
embaucado a hacerme jardinero
fui por el täimado sempiterno,
afanoso en alzar tan lábil nido.
De cómo tú y yo nos conocimos;
de a golpe de muy noble caduceo
o un muy leal cuervo de buen agüero,
no recuerdo si era invierno o estío.
Cruzamos la mirada por azar,
donde en sueño caoba y sin saberlo
con la tuya me besaste al pasar.
Tu caparazón de agua singular
no protege, mas bravo yo te velo;
yo te velo y tú vuelas y te vas.
Francisco Escribano (Madrid)
Muy bonita 🙂 feliz tarde.
Me gustaLe gusta a 1 persona
muchas gracias silviafranca
Me gustaLe gusta a 1 persona