I
Recuerdo claramente sus palabras:
“Me has adorado como ningún otro, te bendigo hijo mío”.
¡Y ocurrió!
Aparecí en un desierto sin noches, de soles constantes.
II
No recuerdo cuantos años llevo aquí.
¿Morir? Eso ya no aplica para mí.
Este sucio dios traidor me dio una pena peor que la muerte.
He sido condenado a una tortura inmortal.
III
A veces me habla y me reprocha que no aprecio su bendición.
“¿Bendición? ¿Esta sed eterna acaso te parece una dicha?”, le respondo.
“Solo se puede juzgar un acto cuando este ha dado frutos”, me replica.
Y luego desaparece por años. Mi sed no.
IV
Hace ocho años volvió, para indicarme un camino.
Lo seguí, caminé durante meses y creí que todo era un engaño.
Caí sobre mis rodillas y lo contemplé en toda su divina presencia.
¿El dios de la arena se dignó a sacarme de mi miseria?
V
Me dio de beber y me retó a una pelea. Cuando bebí, mi miseria se acabó.
Gané no solo la pelea, sino su trono.
“Al fin entiendes el don que te he dado, moriste en la sed y…” me dijo muriendo.
“…resucité en la divinidad”, completé. Ahora yo soy el dios de la arena.
Siguiendo los pasos de la creación:
Imagen* :Édgar Bernardo Arcos Álvarez (Ciudad de México)
https://cuevadedonbernardo.wordpress.com
Poema: Donovan Rocester (Guayaquil; Ecuador)
Blog: http://donovanrocester.wordpress.com
Facebook: http://www.facebook.com/DonovanRocester
Twitter: http://www.twitter.com/DonovanRocester
*Imagen creada originalmente para ilustrar el poema de un autor que no completó la experiencia y fue sustituido.
Reblogueó esto en La Cueva de Don Bernardoy comentado:
Awesome!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pingback: Hidroquinesis | SALTO AL REVERSO
Pingback: Hidroquinesis | Donovan Rocester
Pingback: El dios de la arena | Donovan Rocester