Una mujer camina sola
en medio de la bruma,
en una ciudad desierta
de madrugada.
Sola.
Seguida sólo
por el ruido estridente
de sus pasos.
Cortos.
Apresurados.
Agitado el pecho,
avanza deprisa
para poner las lágrimas
a buen recaudo.
Sola.
Sin testigos.
La clepsidra se revuelve
en medio de la noche
cuando el semáforo
torna a verde.
Una casa vacía la aguarda.
Demasiados tiempos muertos
en esta partida con la vida.
Demasiados fuera de juego.
Ansiedad.
Caos.
Desasosiego.
El tiempo
detenido en una esquina.
Y sus pasos alejándose
como cuchillo afilado.
El enigma se ha resuelto:
A y B son dos puntos
condenados a alejarse.
Y entre ambos,
un abismo peligroso.
Una fosa destinada
cada noche
a albergar las lágrimas
de ella
cuando sola
regresa
lentamente
a casa.
Angela Serna (Vitoria-Gasteiz) Del poemario inédito: SOLITUDINE
Tremendo poema, y bueno y pudiente.
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Increíble
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Triste pero hermoso poema.
¡Bello, bello!
Un abrazo
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Es curioso pero yo lo veo más bien esperanzador…
La mujer camina sola ¡ pero camina sola!
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Sí, eso es según el enfoque que le demos, ¿no crees?
Digamos, presente triste hacia un futuro esperanzador.
Bueno, sea como sea, es precioso ¡y ya está! jeje
Feliz fin de semana.
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Es lo que tiene la libre interpretación…
¡ Pero estoy contigo sí!
¡ Es precioso!
Un saludo
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Qué pases un feliz día, Hélène.
Un abrazo.
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